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NUESTRA HISTORIA

Érase una vez un padre y una hija.

Mi padre empezó su andadura en este mágico sector de la cosmética trabajando en la fabricación de perfumes y colonias para una famosa marca francesa de alta costura. 

Él cuenta que por entonces las señoras esperaban en la perfumería a que, desde la fábrica, alguien acercara el perfume por el que iba a pagar una pequeña fortuna (muy pocas tiendas disponían de lineales con productos de lujo disponibles para su venta inmediata). Mis recuerdos de aquellos años me trasladan a unos depósitos enormes de acero inoxidable donde maceraban las colonias, la mezcla intensa de olores en aquella bodega en semioscuridad, a mi padre limpiando aquellos majestuosos depósitos impolutos de los que emanaba un intenso olor para luego mezclarse en un todo indefinido, siempre agradable. 

Ese olor es el ha acompañado toda la vida a mi familia y fue el que sin querer nos dio, a mi padre y a mí, una memoria olfativa que nos permite identificar olores más allá del sentido normal.

Las colonias de calidad y perfumes, tras su maceración, se filtran y aquellos filtros que absorbían partículas y olor, luego los usábamos por pedacitos bajo los asientos del coche a modo de ambientador. También recuerdo que en mi casa, de entre varias opciones, se eligió la fragancia de un conocido diseñador español y que mi padre consiguió lo que muchos expertos perfumistas no lograron: la coloración necesaria de un famosísimo perfume a nivel mundial, un tono violáceo agrisado que inspiraba lo que significaba su nombre ...veneno. Mi hermana y yo jugábamos con miniaturas de esas colonias como parte de esos frasquitos que atesoras para echar aceite o tomate a guisos imaginarios. Aquello debió de trastocar mi sentido porque, hoy por hoy, la cocina no es lo mío :).

Para poder continuar con esta historia, necesito empezar explicando que mi padre es emprendedor por naturaleza: lo lleva genéticamente grabado, no puede evitarlo; siempre tiene una idea, una opinión esclarecedora que podrá gustar más o menos pero con la que, debo reconocer, generalmente tiene tino. Y es un gran trabajador. La primera conclusión la extraigo tras muchos años trabajando a su lado observándole y la segunda es un hecho innegable que te confirmará cualquiera que haya trabajado con él. A estas virtudes debo añadir su honestidad, generosidad y cariño, y como contrapunto el genio baturro por bandera, un pronto rápido y demoledor pero sin doblez.

Y siendo así, un día se puso el mundo por montera y salió por la puerta grande (zancadilla incluida) del mencionado laboratorio para montar su propia fábrica de productos cosméticos. Esto que se dice en una simple frase, tiene mucha pero que mucha miga. Montar una fábrica es algo muy complejo, máxime si no cuentas con grandes recursos económicos, así que la audacia y los conocimientos técnicos para hacer andar y trasformar maquinaria, son condiciones sine qua non. 

Y lo logró.

De aquella época recuerdo la elaboración y proceso de unos conocidos desodorantes en stick y también las horas y horas empleadas en quitar las barras de labios de colecciones de la temporada anterior, con colores pasados de moda, de una prestigiosa marca para recuperar su envase, un envase de lujo que por entonces era impensable se destruyera o fuera un residuo: esa extracción consistía en meter los pintalabios en congeladores industriales para endurecer la barra y luego poderla extraer sin dejar apenas restos de carmín y así poder reutilizar el envase. Yo coleccionaba esas barras de labios desechadas y con ellas pintaba y difuminaba como si fueran ceras Mantley.

Y crecimos y hubo huracanes, y nos trasladamos. Primero a una nave, luego a dos naves industriales alquiladas. Así, en 1993, nació PERLACOS. 

De aquella época, siendo una preadolescente, recuerdo el envasado de pintauñas de mil colores de marcas muy famosas, los coleccionaba, cuantos más mejor; tanto es así que todavía tengo en casa una caja con restos. Y lo curioso es que por entonces no me pintaba las uñas, los usaba como si fueran laca de bombilla para pintar cuadros de flores (a estas alturas habrás descubierto que me gusta pintar). 

También recuerdo a los que ahora son mis compañeros de trabajo, jovencísimos todos; yo iba a ganar un dinerito para las vacaciones tras los estudios, otros cantaban por la fábrica mientras desempeñaban la tarea de aprender como ayudante de mi padre y otros se formaban en el maravilloso mundo de la alquimia. Y así nacieron productos que dejaron su impronta y otros que aún hoy siguen peleando en el mercado, y que desarrollamos para terceros, nuestra actividad principal. Desde un conocido anticelulitico reductor, fragancias asociadas a marcas textiles de un imperio comercial español (-éstas se extinguieron aunque fueron pioneras de un boom que tuvo lugar mucho tiempo después-), una línea completa de productos técnicos profesionales para peluquería, pasando por dermocosmética para marcas de farmacia y de venta en perfumería, productos base Aloe Vera para herbolarios o formulados con Aceite de Oliva gourmet para boutiques; y así un amplio portfolio que abarca hasta los cosméticos que te encuentras en la habitación de los hoteles (en este punto y de forma emocionante fui consciente de la globalización cuando usé un producto fabricado en mi empresa en el otro lado del mundo). 

Y mi padre, capitán de ese barco, de esos que está a las duras y a las maduras, afrontando las crisis que azotaron, descargando camiones, poniendo a punto una máquina o una cadena de producción, debatiendo sobre cómo se puede estabilizar una fórmula, negociando un crédito o sentado en una mesa de reunión para alcanzar un acuerdo de precio con Clientes o planificar una producción. No sé de dónde sacó tanta energía y tanto conocimiento tan dispar: admirable.

Casi todos nos conocemos en este sector: los proveedores de materias primas, que hacia finales de los años 90 te visitaban de forma regular (no había internet ni email, a lo sumo fax), hacían de nexo comunicador y así sabías cómo iban las cosas a "Fulanito de tal" o lo que sacaba al mercado "Fulanito de cual". Me imagino el revuelo cuando, en un determinado momento, fuimos nosotros los "Fulanito" que daban la noticia: por mediación de los bancos que nos instaron a crecer empezamos a construir una nave, y en 2008, nos trasladábamos a un edificio nuevo, mejor, amplio. 

Por entonces los inspectores de sanidad venían a inspeccionarte para saber que hacías las cosas bien y renovarte la Licencia; no venían con ánimo recaudador sino siempre constructivo, te enseñaban a mejorar procesos, les temías como temes al profesor que te evalúa pero ejercían una labor ejemplar de ayuda en el desarrollo de la industria. Debo decir que en los años previos al cambio de instalaciones nos concedieron una prórroga que duró años, ellos sabían el esfuerzo económico y a todos los niveles que suponía trasladar una fábrica, las vicisitudes de una obra de esa magnitud: en fin que se miraron los planos, nos hicieron sugerencias de mejora, los aprobaron y nos dejaron respirar. El resultado fue magnífico: recibir su enhorabuena tras todo el tiempo y esfuerzo dedicado a las nuevas instalaciones fue un premio. En aquella época el valor de la palabra tenía VALOR.

Y fue por entonces cuando empecé a trabajar con mi padre en la fábrica, un tiempo antes de la toma de decisión de avanzar en pos del crecimiento, del inicio de la obra y del cambio a las nuevas instalaciones. Durante ese tiempo y posterior, mamé todo esta sabiduría no escrita en los libros que había dejado atrás tras licenciarme y pasar un año en Londres.

Hay cosas de la historia que prefiero obviar: en los negocios hay mucho de cal, gente que te defrauda y algún que otro chupito de quina. Pero al final pesa lo bueno. Y tras subir la montaña, tropezarte, caer y seguir el camino, llegas a la cumbre ves el paisaje despejado, lo admiras y disfrutas. Pero toca seguir ¿verdad papá?: es ahí cuando descubres que tras una montaña viene otra y subirlas se convierte en una especie de droga que te impulsa a avanzar, siempre hacia delante. Y aprendes que lo más importante es no quedarse anclado sino adaptarte a los cambios y exprimir los momentos en los que el viento sopla a favor.

Mi padre me puso en el brete de seguir adelante en dos ocasiones, cuando nos cambiamos a las nuevas instalaciones y cuando tuvo que retirarse. Cogí el guante en ambas ocasiones. Y aquí estoy, contándote esta historia.

En las nuevas instalaciones continuamos el desarrollo de productos cosméticos, la actualización periódica de instalaciones y maquinaria y fue así como, con más de 25 años de trayectoria, nos asentamos como fábrica de renombre en nuestro segmento. Esta fama atrajo nuevos clientes y oportunidades, si bien nada más desembarcar en las nuevas instalaciones entramos en una de las crisis cíclicas de la economía global (como estas vivimos en el pasado y las hemos vivido tiempo después). Las crisis son terribles, tienes que prescindir de personal que te importa y reducir al mínimo vital para subsistir. Para superarlas es importante contar con un pequeño colchón y algo de suerte. Esta crisis que menciono coincidió con la Gripe A y un primer repunte en el uso de los geles hidroalcohólicos, que por entonces producimos de forma masiva para el sector específico de ámbito hospitalario ya que su uso no se ha extendido, como bien sabéis, hasta tiempo después. 

Y aquí seguimos. Nuestros clientes son parte de nuestro día a día y de nuestra familia, es por ello que a día de hoy conservamos a gran parte de ellos de forma histórica, aunque algunos también se fueron causándonos algún que otro estrago. De entre los nuevos clientes, especial mención a una multinacional americana, que con un alto grado de exigencia, sinceramente me sorprende gratamente por su cercanía y valor humano.

Y en este devenir se acontecen, y de forma muy seguida, dos hechos dolorosos. El primero es la cesión del testigo por parte del capitán del barco a su hija, que escribe este relato: lo retira una grave enfermedad. Como le dije reciente y tristemente su salida no podía haber sido de otro modo: la fábrica era su vida y la jubilación completa no era un hecho pensable salvo por algún acontecimiento de este calibre. Los años a su lado en las nuevas instalaciones sirvieron para pulir y asentar todos los conocimientos que me ha brindado estar a su lado para estar preparada; ciertamente la gestión administrativa y financiera hace tiempo que eran parte de mi cargo pero la gestión global sin mi compañero de batalla es un trago (muy) duro de digerir. 

El otro, poco tiempo después, es la llegada de una pandemia que está azotando a nivel mundial. Al estupor que acompaña los acontecimientos de este calado se unió un pánico escénico sobre lo que pasaría, si como empresa seríamos capaces de sobrevivir: se cancelaron prácticamente todos los pedidos de cosmética. Y tocó reinventarse. 

El día a día en los tiempos del estado de alarma y confinamiento, durante el cual algunos salíamos a trabajar como servicio esencial, fue muy duro: la pérdida de vidas humanas que anunciaban las noticias era palpable cuando en la carretera de camino al trabajo tan sólo te cruzabas con camiones, servicios de emergencia y seguridad y coches fúnebres. Más de un día llegaba al trabajo con el corazón en un puño pensando en el dolor de la pérdida de tantas familias, en el miedo que nos acompañaba. 

La producción de hidroalcohólicos se disparó pero empezaron a agotarse los recursos: no había alcohol suficiente, ni el espesante para gelificar el producto, ni envases ni tapones. Es en este punto donde debo decir que es muy importante tener un tejido industrial nacional fuerte para ser capaces de autoabastecernos, y ello depende de que las autoridades empiecen a tomar decisiones para reforzarlo, como parte estratégica, pero descartando cualquier tipo de intervención sobre la empresa privada que debe lidiar su propia batalla. También depende de uno mismo, de fijarnos que lo que consumimos sea producto nacional, sin más. 

A instancias y por recomendación de las autoridades sanitarias durante la pandemia, desde Perlacos, dedicamos todo nuestro esfuerzo industrial (y personal) a producir hidroalcohólicos: inicialmente sólo en la versión Antiséptico, producto que fabricamos para un cliente con destino a los profesionales sanitarios y servicios de limpieza. Pero luego nos dimos cuenta de un hecho: las Farmacias estaban desabastecidas hasta el punto de trabajar sin la protección necesaria, y sin producto en sus puntos de venta, éste no llegaba a las personas, ni siquiera las de riesgo.

La labor de las Farmacias era esencial por cuanto a que, por miedo, mucha gente no iba a los hospitales y ellas hacían la labor de freno y contención. En este punto y ya sin apenas recursos disponibles para producir revisamos nuestro stock y liberamos todos los envases y tapas que eran viables para la producción de hidroalcohólicos higienizantes. Estudiamos la fórmula más adecuada, lo que supuso un trabajo previo y a contrarreloj de investigación teniendo en cuenta todos los factores en juego: nos documentamos acerca de investigaciones y estudios que demostraran la eficacia a un determinado % de alcohol, seleccionamos un espesante que no tuviera rotura de stock y equilibramos la fórmula contrarrestando la sequedad que general el alcohol. Y fue así como nos lanzamos a producir, y nació, la gama de hidroalcohólicos higienizantes de nuestra nuestra marca, PERLAPHARMA, bajo el amparo de un cliente histórico para nosotros, COFARES, uno de los principales distribuidores españoles de medicamentos y productos para la Farmacia. 

Perlapharma se reactiva como marca pues en un momento de suma convulsión, y digo se reactiva, porque como marca tuvo su nacimiento muchos años antes con una línea de geles de baño que en un determinado momento decidimos descontinuar su producción por varios motivos, a pesar de que nuestro gel con Aloe Vera alcanzó cierto renombre. 

A mediados de marzo de 2020 las llamadas para comprarnos nuestro hidroalcohólico desde diversos sectores se sucedían diariamente pero nos decantamos por Cofares por su vocación al servicio de las Farmacias y su ética intachable; cerramos el acuerdo con la fuerza del VALOR de la palabra y los años de relación comercial que nos unen, no hizo falta nada más que eso y trabajar duramente: su Category manager, su equipo técnico y humano, y nosotros, para hacerte llegar producto. Y lo hicimos con una vocación muy clara de servicio: en medio de una pandemia no era el momento de hacer negocio. Así que mientras nuestros competidores quintuplicaban los precios como si la producción de hidroalcohólicos fueran las minas del Rey Salomón, Perlacos y Cofares, en un esfuerzo conjunto, redujimos nuestro margen para haceros llegar producto de calidad a un precio sin competencia. 

Por parte de Perlacos esta firme decisión la tomé fruto del legado intangible que me ha dado mi padre: la honestidad. A ello se sumó la decisión también de donar esta tipología de producto a entes estratégicos que también lo estaban pasando mal: residencias, centros de educación especial, organizaciones que ayudan a gente desfavorecida o en situación de riesgo. La otra decisión importante de marca fue adquirir el compromiso de que todos los materiales que conforman el producto sean de producción nacional, siempre que sea posible: es nuestra aportación al necesario fortalecimiento de nuestro tejido industrial que antes mencionaba.

Y empezamos a recibir llamadas y mails de las Farmacias a la fábrica. A vosotros me dirijo en este momento: intenté atenderos a todas siempre que me lo permitió lo vertiginoso del trabajo diario, que ha sido una lucha. Y bien sabéis vosotras lo que ha sido esta lucha. El apreciar nuestro trabajo es la recompensa más grande que se puede recibir. Gracias a vosotros por vuestra labor, por vuestra entereza, ya que ha sido el motor que ha propulsado nuestras ganas de seguir adelante con este bonito proyecto, que hoy por hoy continúa su desarrollo tanto de las versiones de Higienización como la del reciente lanzamiento de la línea de Dermocosmética, MULTIPURPOSE, un concepto original que tiene su base en la multifuncionalidad de un único producto cosmético para facilitarnos el día a día. 

Tras el lanzamiento del gel hidroalcohólico básico fue necesario sacar el producto en formato spray y fuimos los pioneros, todo hay que decirlo. Su creación surge de un hecho tan simple como la falta de tapas, apenas quedaban en el mercado (sus fabricantes no daban de sí). Sin embargo en nuestro almacén sí teníamos stock de bomba spray y también quedaban restos residuales en el mercado. Así que re-adaptamos la fórmula para crear un nuevo producto que se adaptara a este nuevo formato de uso. Y de este hecho tan simple nació un producto de lo más polivalente y cómodo: el spray higienizante de manos y superficies, un éxito. Pero pronto se agotaron también. Los que habéis comprado nuestros productos habréis notado que hay cambios en los materiales de una partida a otra: hemos tratado de cuidar la imagen al máximo pero si se agotaba por ejemplo un tipo de tapa, pero encontrábamos otra similar, no nos quedaba más remedio que usar la que estaba disponible. Lo que no se alteró nunca es la fórmula. Pero el desabastecimiento también afectó al alcohol y pese a tener prioridad de abastecimiento como fábrica asentada por parte de las alcoholeras, éstas también sufrieron un desabastecimiento al cerrarse los canales de importación (los países que lo exportaban se lo quedaban para su propio abastecimiento nacional azotados por el mismo problema). El etanol que se suele usar es el derivado de la caña de azúcar que no tiene olor pero al no haber hubo que aceptar partidas puntuales de etanol de origen vínico cuyo olor no es demasiado agradable; pero era lo que había, y lo que importa al final es que no ve alterada su eficacia. 

Hacia finales de junio la situación de abastecimiento cambió: el mercado se llenó de producto hidroalcohólico muchas veces de una calidad y origen cuestionables. Esto es así, y lo diré sin medias tintas, porque han producido hidroalcohólicos fuera de la Ley que regula la fabricación de cosméticos, sin Declaración de Responsable, hasta los que fabrican fregasuelos, usando mezclas de alcohol de dudosa calidad lo que me parece inconcebible: espero que las autoridades sanitarias, cuando se liberen de la triste y dura sobrecarga que tienen encima, tomen cartas en este asunto. No es razonable que fábricas como la nuestra hagamos un esfuerzo por sobrevivir año a año con constantes mejoras para cumplir las GMP (buenas prácticas de fabricación) y encontrarnos ahora con esta competencia tan voraz, ilegal y desleal. Pero aún con ello hay una baza que nos distancia: LA CALIDAD. Por ello decidimos asentarnos en un punto de venta que es garantía de la misma, la Farmacia. A ello sumar que la experiencia es un grado: cuando el mercado se llenó de producto hidroalcohólico básico, ya muy al principio, decidimos distanciarnos sacando productos mejores y mejorados. El resultado de todo este esfuerzo lo tienes en nuestra web y lo verás cuando uses nuestros productos. 

Y de aquí en adelante, seguiremos haciendo camino. Os deseo a todos mucha suerte para encarar los meses venideros, que falta nos hace.

Sin más sólo queda poner un punto y seguido a esta historia diciendo:

Gracias papá, por todo, por tanto.

En mi corazón, siempre: te llevaste una parte de mi pero no te has ido del todo, estás en mi. Tu luz siempre me acompañará.
01/04/2021.